sábado, 3 de agosto de 2013

Aimer poudre.



Un fuerte dolor en el pecho acusa aquel frío calando los huesos, será la artritis en el corazón que en cada latido desgrana el músculo en polvo olor a fin, no tiene significativos precedentes y aún así me arremango la piel y lo aúno en un pequeño receptáculo agrietado, ya casi repleto. No te preocupes por favor, cuando esté abarrotado de cenizas te lo cederé, al fin y al cabo siempre te perteneció, el corazón (o sus restos en polvo) y su congruente dolor. Te propongo rearmarlo, por consideración, o por egoísmo, eso te impulsa mas, el egoísmo de liberar culpas, el pasaporte y la reserva del espacio divino. Mejor no te arriesgues ni desgastes, te brota fuego de los pies, insensibilidad de los ojos, cuernos de los pelos, y aún así, incomprensible e incompleto no se odiarte.
Ya no interesa si no seré yo quien se levante con tu perfume en el cuerpo,
si no seré yo quien se acueste en tus plumas, en tu mundo rosa,
si no seré yo quien te sonría cada mañana,  
si no seré yo quien te diga en el oído cuanto te he extrañado, 
si no seré yo la que te invente cuentos solo para verte reír, 
si no seré yo la que te abrace cuando duelas, 
ni mucho menos si seré la que engendre la dulzura de nuestro amor en mi vientre.
Ya no importa porque ya es tarde. El sol se desvaneció en el horizonte cuando te conocí, como si Dios mismo supiera que no habría luz para nosotros, o como si nos brindara oscuridad para nunca vernos los rostros, para nunca mirarnos a los ojos, para andar como dos ciegos que solo se aprecian por lo que tocan, por lo que escuchan, por lo que huelen, por lo que sienten. 
De pronto un día de luz comenzaste a ponerte cada vez mas rígido, tus expresiones mas duras, tu piel asemejándose a la arcilla seca volviendo al estado en el que estabas minutos antes de respirar vida. Toqué tu rostro y se desarmó tu mejilla, luego tu nariz, tus labios hasta que terminaste siendo polvo, como una casa muy grande y muy vieja que cae porque sus paredes no soportan el peso del techo. Dejaste desperdigadas por el aire todas tus cenizas, me empape las manos de ellas y las implante en mi corazón, y quizá por vez primera fuimos uno los dos. Luego me tocó a mí, mas lento y dolorosamente, órgano por órgano, comenzando por el de la vida, el que te regalé en la oscuridad y el que te regalaré de nuevo cuando este completo mi desvanecer, así podrás rearmarte y tener un poco de mi. Permíteme al menos dejarte una marca, por si alguna vez te quedas sin historias que contarles a tus descendientes y creas conveniente recurrir a ese trocito de polvo olvidado en el vacío de tu pecho, que la nostalgia te inunde y puedas hablar de mi con pena por haberme olvidado o con alegría de haberme recordado. Yo podría decir lo mismo de vos, pero se que nuestra historia quedará escrita en mi memoria hasta el día en que tu muerte me devuelva a la vida, pues solo así lograré el olvido.

J'espère que vous pouvez pardonner mon excès d'amour...